Ha sido un auténtico boom en los últimos años, sobre todo desde el pasado hasta hoy. Hablamos de la dieta alcalina, una forma de cambiar todas nuestras costumbres alimenticias tratando de conseguir que nuestro organismo no sea alterado por ningún factor externo. El objetivo será, básicamente, tratar de luchar contra los altos niveles de acidez de nuestro cuerpo.
Según los expertos en esta dieta, existen ciertos alimentos en nuestro día a día que producen una subida de la acidad en el pH de, por ejemplo, la sangre o la orina, impidiendo que se mantenga neutro y propiciando ciertos problemas y enfermedades.
Una de las principales premisas de lo que se conoce como dieta alcalina es que nuestro cuerpo (y las células que lo componen) necesitan unas correctas dosis de oxígeno, de hidratación y de luz. Por ello, aparte de cuidar nuestra nutrición, también deberemos controlar elementos externos, como por ejemplo nuestra casa, donde la limpieza y la higiene serán básicas.
Pero, sin duda, la máxima más importante será aquella que afirma que lo importante es “comer con conciencia y de una forma totalmente equilibrada”. Para conseguirlo, habrá que reducir la ingesta de, por ejemplo, las carnes rojas o los quesos, ya que llevarán a un pH mucho más ácido. Para conseguir depurar la suciedad de estos alimentos, aumentaremos la ingesta de todo tipo de verduras y también de alimentos de grano, como el trigo el arroz.
Para conseguir que la dieta alcalina sea realmente eficaz, es muy importante que lo que comamos sepa bien, tenga buena presentación y sea fácil de hacer. De esta manera, nos costará mucho menos ceñirnos a ella. Comer algo que no nos gusta durante mucho tiempo es una fórmula secreta para llegar al fracaso.
Entre los alimentos que no pueden faltar en nuestro día a día se encuentran algunos tan comunes como el apio, el pepino, las algas, el brócoli o el jengibre. Estos ingredientes no solo ayudan a que nuestro cuerpo recupere el equilibrio en el pH, sino que también ayudarán a una regulación correcta de nuestras funciones hormonales.
No podemos olvidarnos de que también será útil añadir ciertas hierbas como puede ser el diente de león o la uña de gato. De hecho, se estima que hay entre 10 o 20 diferentes que pueden ayudarnos a cubrir todos nuestros objetivos.
Por supuesto, la comida no cumplirá su función si no la acompañamos de una buena hidratación. Las recomendaciones más habituales pasan por beber un vaso de agua nada más despertar, siendo lo primero que ingerimos durante el día. Otra alternativa es añadirle un chorrito de limón, aunque sea ácido, ya que es uno de los productos más alcalinos.
Por último, hemos de tener muy claro que estamos ante una dieta que busca depurar la suciedad de nuestro organismo. No es algo “milagroso” aunque a veces sea presentado así. Simplemente es una forma de tomar conciencia de ciertas adicciones absurdas que solemos tener con respecto a nuestra alimentación.
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