Hoy 11 de abril se celebra el Día Mundial del Párkinson, una enfermedad que afecta a 160.000 personas en España y sobre la que todavía circulan algunos mitos que en Mírate al Espejo queremos desterrar.
Tras el Alzheimer, el Párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa con más incidencia entre la población. Aunque al escuchar la palabra lo primero que se nos venga a la cabeza sean los temblores, lo cierto es que estos no representan el síntoma principal de la enfermedad. De hecho, los especialistas insisten en que hay muchos afectados que no tienen este síntoma. Lo cierto es que esto es algo que complica en cierto modo el diagnóstico del Párkinson. El temblor puede deberse a una afección benigna llamada “temblor esencial».
Los especialistas en enfermedades neurodegenerativas aprovechan este Día Mundial del Párkinson para recordarnos que la mayoría de los casos se dan en personas de más de 65 años. Sin embargo, esto no quiere decir que se trate de una enfermedad exclusiva de la gente mayor. De hecho, el 15 % de los afectados tiene entre 45 y 65 años y otro 15 % es menor de 45. Lo que sí es cierto es que la probabilidad de padecer la enfermedad aumenta con la edad. A pesar de lo que hayamos podido escuchar en alguna ocasión, la genética sí influye. Hasta hoy, se han identificado al menos 18 genes con mutaciones causantes del Párkinson aunque estas están detrás de muy pocos casos. Cuando la enfermedad se da en gente joven suele deberse a causas genéticas.
Aunque se desconocen al 100% las causas, en el Párkinson influyen cuestiones tales como el estilo de vida que se lleve, la alimentación o la exposición a determinados agentes tóxicos o factores ambientales. Si queremos informarnos más sobre qué es mal de Párkinson, no podemos olvidar que se trata de una enfermedad crónica, pero no mortal. La dopamina que se les administra a los afectados puede provocarles cuadros de depresión. Se trata de un neurotransmisor que interfiere en el ánimo. De hecho, muchas veces la enfermedad empieza con un trastorno en el estado ánimo. En estos casos, la propia depresión es la causante de la lentitud motora y mental. A este tipo de depresión se le denomina distimia. Para combatirla, es importante que los enfermos de Párkinson se mantengan activos mentalmente y hagan ejercicio físico moderado. Ambas cosas retrasan el avance de la enfermedad.
Como decimos, en el Párkinson intervienen un amplio abanico de síntomas y no siempre se dan los mismos en todas las personas. Entre otras cosas, dependen de la etapa de desarrollo de la enfermedad. Terminamos con el tema de los síntomas. Pueden ser motores (más frecuentes) o no motores. En el primer grupo encontramos bradicinesia (lentitud de movimientos), rigidez, inestabilidad postural y temblor. Los síntomas no motores son por ejemplo el estreñimiento, el exceso o ausencia de salivación, los trastornos de la deglución, la apatía, la depresión o el insomnio.
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